viernes, 24 de febrero de 2012

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Las presiones de un individuo que sólo quiere optar el camino diferente. El valor de pensar diferente en un mundo que nos enseñó a pensar igual.
La sociedad nos empuja, nos ensarta hacia donde se dirige el resto, los demás, los otros, los normales, si es que alguien puede ser normal. Pero, hay quienes resisten esa fuerza, esa inercia que siguen los demás, los hay quienes luchan, se oponen, se mantienen, pelean, en silencio, pero pelean, esperando, esperando a ganar vigor, garra, brío, rogándole al cuerpo para que les de energía.
Bajo una estrategia mancomunada, trabajando, esforzándose y sacrificándose, todo por llegar adelante, por llegar lejos, por marcar la línea un poco más allá, un poco más lejos de lo que la marcaron los que estaban antes, los que en otra época y en otras circunstancias, también decidieron luchar.
Y cuando por fin llegan al punto de encuentro, entre la franja anterior y la nueva que ellos están intentando desesperadamente trazar, como una impronta que sólo quiere llegar al final para poner allí el nombre de la editorial, se dan cuenta que el punto limítrofe es el más arduo y difícil, es el punto donde el hombre lucha con lo imposible.
Es una constante de trabajo, donde ya no se pueden cometer errores, sino sumar fuerzas, no se puede pensar en cómo lo lograron ellos, porque nosotros lo logramos también, queremos es pasar, perfilar la línea allí, unos cuantos metros adelante. Y si se puede decir, aún un poco más, porque siempre que pongamos la línea adelante, tendremos que recordar que con las distintas circunstancias del tiempo, tal vez ellos (los pasados) habrían dibujado la raya adelante también.